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La brecha de género en el paro se ha ahondado en el último año en 2 puntos. El pasado mes de febrero, las mujeres suponían un 57,49% del total de personas desempleadas. Este año, el porcentaje asciende a 59,15 %. Esta brecha se ha ido agrandado a lo largo de los doce meses, pero es especialmente llamativa en estos últimos datos: en total, el paro se ha reducido en 11.394. Pero ha bajado en 10.578 hombres y únicamente 816 mujeres. Precisamente en el mes en el que el porcentaje de contratación indefinida se ha disparado.
“Es sintomático que, justo en un mes con alta contratación indefinida, el paro entre las mujeres baje de forma imperceptible y, sin embargo, sí registre un descenso bastante significativo entre los hombres. No se trata solo de que haya más o menos paradas, sino también de cómo acceden las mujeres a un puesto de trabajo. Siguen haciéndolo con contratos temporales y parciales, perpetuando e incluso agrandando las diferentes brechas laborales de género”, analiza Joaquín Pérez, secretario general de USO.
En España, hay 3.111.684 de parados al finalizar febrero, de los cuales 1.271.037 son hombres y 1.840.647, mujeres. Ha bajado en su conjunto en un 0,36 % y ha vuelto a cifras de 2020.
Pérez considera positivo “el repunte de los contratos indefinidos frente a los temporales. Esperamos que sea sostenible en el tiempo y no solo un efecto de las conversiones, que suponen la tercera parte de los firmados. En USO siempre hemos defendido que ese debe ser el contrato por defecto y es el único punto beneficioso de la reforma laboral. A costa de mantener otros recortes e incluso añadir otros. Pero esperamos que la contratación mejore de forma estructural, no solo durante la moratoria para adecuarse al nuevo sistema”.
Por último, el secretario general de USO incide en que “los datos del paro son un buen indicador para conocer la realidad laboral del país, pero no el único. No podemos hablar de empleo sin citar la descomunal inflación, que ya supera el 7%, ni los más que posibles efectos de la invasión de Ucrania. España es un país débil energética, tecnológica e industrialmente, y el empleo pasa por un cambio necesario del modelo productivo, que aporte riqueza, trabajo estable y una menor dependencia exterior”. |